Estamos en el año 2015 y puede que haya a quien aún no le suene el nombre de Richard Linklater, pero sin duda conocerá Boyhood de una forma u otra, y la nueva película del director que tuvo la idea de filmar a un niño durante 12 años tendrá desde el primer minuto su atención. Sin embargo, en 2011 esto no era así, y aunque Linklater estaba considerado un reputado y valorado cineasta dentro del cine independiente (su trayectoria lo avalaba, con obras tan especiales como Before Sunrise, Before Sunset o Waking Life) aquí en España podía no parecer sinónimo de éxito y es posible que eso, unido al peculiar enfoque de su argumento, haya llevado a que Bernie –el trabajo que hizo antes de completar su aclamada trilogía– permanezca sin estrenar en nuestro país hasta este mismo viernes.
Y es que, aunque las apariencias engañen, Bernie no es una película del todo convencional. A cualquiera que conozca el hecho real en el que se basa le bastarán menos de 20 minutos de metraje para llevarse las manos a la cabeza. ¿Por qué? Pues porque Linklater decide tomar la historia del asesino de una viuda octogenaria para contarlo en clave de humor y, en cierta forma, a modo de defensa del criminal, juzgado y condenado a cadena perpetua. Por supuesto, hay muchos matices, como que probablemente el verdadero Bernie fuese tan bonachón como lo interpreta un muy inspirado Jack Black, pero en líneas generales todo es tal como suena, una comedia más negra que el carbón.
Linklater, admirado por su ingenio a la hora de escribir guiones y por su originalidad para idear historias, prueba que incluso cuando creemos que estamos ante una película falta de inventiva en realidad no podemos estar más equivocados. No obstante, la curiosa visión del hecho real es el único gran acierto de una cinta que no brilla por mucho más, y en la que Linklater vuelve a demostrar –en mi opinión– que su brillantez y genio escribiendo están muy lejos de sus cualidades en la dirección como tal, algo que no lastra a sus películas –siempre solventes, pues es eficiente en su trabajo– pero que le impiden llegar a lo más alto en la mayoría de las ocasiones o –como ocurre en este caso– siquiera brillar.
Bernie termina siendo una obra correcta a prácticamente todos los niveles, que entretiene durante todo el metraje y que interesa y destaca especialmente por su arriesgado punto de vista. Una película que uno no lamentará perderse pero que tampoco se arrepentirá de haber visto, y es que Linklater incluso en sus cintas menores resulta fresco e interesante.
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